Sri Lanka en el Gran Juego de EEUU e
India contra China | 2019-05-01 (1/2) - Pujat per WEBMASTER (Catalansalmon) - Comparteix
https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5
759/sri-lanka-en-el-gran-juego-de-eeuu-e
-india-contra-china/
La acusación del presidente de Sri Lanka
Maithripala Sirisena de que los
servicios de seguridad del país tenían
conocimiento previo sobre los ocho
atentados “yihadistas” del 22 de abril,
que dejaron cientos de víctimas, y se lo
ocultaron, muestra una gran y grave
fractura en el seno del poder del país
apodado “la India organizada”.
La República Democrática Socialista de
Sri Lanka es un pequeño estado de 21
millones de habitantes, compuesto por
los cingalé y una minoría tamil (cerca
del 13%), y de religión predominante
budista, y luego grupos de fe hinduista,
islam-sunnita y cristiana. La nación se
estaba recuperando no sólo de una larga
guerra civil de 26 años (1983-2009)
entre la milicia independentista Tigres
Tamiles y el ejército, que dejó decenas
de miles de muertos, sino también del
devastador tsunami del Océano Índico de
2004 que arrebató la vida de 35.000
personas.
El antiguo Ceilán, un país insular
ubicado en el Océano Índico y al sureste
del Mar Arábigo, que vive del turismo,
las exportaciones de textil y té (en
cuyas plantaciones trabajan
principalmente mujeres), y es además el
primer productor mundial de canela,
había conseguido un crecimiento
económico de 4,6% en 2017, y reducir la
pobreza de forma considerable. La isla
fue durante la Guerra Fría uno de los
países “No alineados”, próximo a China y
a la Unión Soviética, y tiene el honor
de ser el primer país del mundo en tener
una primera ministra, Sirimavo
Bandaranaike en 1960.
Con el fin del orden mundial unipolar,
marcado por el protagonismo de China,
Rusia y la India, hoy Sri Lanka está
siendo el objeto de disputa entre las
potencias. La geopolítica marítima y la
militarización de las aguas del planeta,
a veces bajo ridículos pretextos como
luchar contra los “piratas somalíes“,
están arrastrando a este país a una
grave crisis política.
La importancia geopolítica de Sri
Lanka
. Es el único estado insular del sur de
Asia.
. Está ubicado en el centro del Océano
Índico, el enlace entre Asia occidental
y el sudeste asiático que conecta el
comercio marítimo este-oeste. Por las
aguas de este océano, que cubren cerca
del 20% de la superficie del planeta,
pasa el 70% del comercio mundial de
petróleo, con India y China a la cabeza
de los consumidores de energía fósil.
. Es dueña de puertos estratégicos como
Colombo o Trincomalee.
. Dentro de la política de EEUU para
dominar el Sur de Asia, es un candidato
para reemplazar a Pakistán, país que
está entrando en la órbita china.
. Es el espacio donde se desarrolla la
batalla entre China-Japón, India-China y
EEUU-China por el control de las rutas
marítimas del Índico.
Un antes y un después del 2015
Desde que Barak Obama centró su doctrina
en la contención de China, política
continuada por Donald Trump, Sri Lanka
es una de las obsesiones de EEUU. En
diciembre de 2009, el Comité de
Relaciones Exteriores del Senado
advertía que la “deriva estratégica de
Sri Lanka“, durante el gobierno del
presidente Mahendra Rajapaksa, hacia
China “tendría consecuencias para los
intereses de los EEUU en la región“. Y
como no podía acusar al gobierno budista
de Colombo de “patrocinar el terrorismo
islámico” recurrió al segundo de sus
argumentos favoritos: “pisotear los
derechos humanos”. Por lo que, a través
de los “expertos” de la ONU planteó la
sospecha de que el gobierno de Rajapaksa
podría ser responsable de crímenes de
guerra durante y después de la guerra
civil por matar a cerca de 40.000
civiles.
En 2013, la ONU aprueba una resolución
pidiendo investigaciones
“independientes” al respecto. La guinda
la pone el entonces primer ministro
británico, David Cameron (cuyo gobierno
además de estar implicado en los
crímenes de guerra en Afganistán e Irak,
aumentó la venta de armas al gobierno
srilankés, prolongando la guerra civil),
quien dio un ultimátum a Rajapaksa
exigiendo una investigación creíble
sobre la matanza de los tamiles. Meses
después, y ante la prohibición que
impone Colombo al equipo de la ONU de
entrar en las antiguas zonas de
conflicto, EEUU le avisa: “la paciencia
de la comunidad internacional empieza a
agotarse“.
A esta presión sobre Rajapaksa se suma
el gobierno de extremaderecha indio que
considera Sri Lanka su patio trasero, no
sólo porque Rajapaksa ha sacado a su
país de la influencia de Nueva Delhi,
entregando los mega proyectos de
infraestructura a China, sino también
por autorizar el atraque de los
submarinos chinos en el puerto de
Colombo.
A partir de 2014, la entrada de lleno de
Sri Lanka en el proyecto chino de la
Nueva Ruta de la Seda sella su destino.
Beijing, que ya cooperó con este país
para reconstruir las zonas devastadas
por el tsunami de 2004, firmó un acuerdo
para efectuar una inversión de 13
billones de dólares en el puerto de
Colombo y convertirlo en Colombo
International Financial City, a la
imagen de Dubái en el Golfo Pérsico, y
de paso reconstruir el puerto de
Hambantota por otros 5.000 millones.
Dichos proyectos forman parte de la
estrategia del “Collar de perlas” de
China, que consta en alquilar puertos,
en principio con fines comerciales, y se
extiende desde las aguas chinas hasta
Océano Índico y el Golfo Pérsico: el
Kyauk Phru (Birmania), el Gwadar
(Pakistán) o el Chittagong (Bangladesh),
y Bandar Abbas (Irán), son algunos.
El 2015 sucede un giro radical en los
acontecimientos: Rajapaksa acusa a
Occidente y a los servicios de
inteligencia india, The Research and
Analysis Wing (RAW), de conspirar para
desbancarle del poder mientras el primer
ministro Maithripala Sirisena practica
el transfuguismo, se une al opositor
Partido de Unidad Nacional (PUN) pro
indio-EEUU, y se presenta a las
elecciones presidenciales. En la
víspera, el exsecretario de Estado de
EEUU, John Kerry, telefonea a Rajapaksa
(¡intervine en las elecciones ajenas!)
para insistir en que éstas deben ser
“libres y justas”, y debe entregar el
poder “de forma pacífica” a Sirisena en
caso de que las gane. Finalmente, para
asegurar los resultados, envía a la
subsecretaria para Asia del Sur y
Central, Nisha Biswal, a visitar Sri
Lanka.
Sirisena, que centró su campaña en la
chinofobia, gana las elecciones con el
respaldo de grupos tamiles y musulmanes,
provocando euforia en Washington. Nueva
Delhi será el destino de su primera
visita oficial al extranjero.
El nuevo presidente nombra al líder del
PNU, Ranil Wickramasinghe, como primer
ministro. EEUU deja de hablar de los
“crímenes de guerra” de Sri Lanka, y
renuncia a que fuese un tribunal
internacional independiente el que los
investigue.
Sin embargo, China seguirá la estrategia
de “acupuntura” (versus “ataques
quirúrgicos” de EEUU) y, discretamente,
corteja a Sirisena: construye un
hospital en su circunscripción local y
sigue ofreciéndole inversiones
ventajosas. En 2017, Sri Lanka -atrapada
en la llamada “la trampa de la deuda”-
arrenda el 70% del puerto marítimo de
Hambantota a China durante un periodo de
99 años y a cambio de 1.1 mil millones
de dólares, para así pagar parte de su
enorme deuda a Beijing, y de paso le
compra aviones de transporte militar.
La fiesta en Occidente ha durado poco:
Ranil es cesado por Sirisena el 26 de
octubre de 2018, después de que él le
critique por congelar los proyectos
económicos de la India, favoreciendo a
China; disuelve el Parlamento; y nombra
al expresidente Rajapaksa como jefe del
gabinete. A su vez, Sirisena afirma que
Nueva Delhi había conspirado para
asesinarle. El enfado de EEUU es
monumental, mientras Beijín felicita a
Rajapaksa.
El 16 de diciembre, bajo una fuerte
presión de Washington y también del
propio Parlamento srilankés, que lo
acusa de “intento de golpe de estado” y
le insta al “cumplimiento de la
constitución” -que prohíbe que el
presidente destituya al primer
ministro-, Sirisena da marcha atrás y le
devuelve el puesto a Wickremesinghe,
confesando: “Sigo pensando que no debía
haberle nombrado primer ministro“. Ganan
EEUU e India, de momento.
Una ardiente Guerra Fría en los mares
El pasado 13 de marzo, dos Boeing B-52H
Stratofortress de EEUU despegaron de la
Base de la Fuerza Aérea de Andersen en
Guam para sobrevolar las islas
controladas por Beijing en el Mar
Meridional de China; el 11 de febrero,
dos destructores lanzamisiles
norteamericanos, el USS Spruance y el
USS Preble, navegaron a pocas millas de
las islas Spratly bajo el pretexto de la
“libertad de navegación y sobrevuelo
respaldada por la Convención del Derecho
del Mar”. El objetivo de Trump-Bolton de
estas provocaciones no es la persuasión,
saben que China no se va a retirar. ¿Se
imaginan que los cazas chinos o su único
portaviones paseen por el cielo y las
aguas del Golfo de México?
Por el momento, la guerra entre las dos
superpotencias es comercial, política,
diplomática y cibernética. Obviamente,
medidas como imponer aranceles de hasta
200.000 millones de dólares a las
importaciones chinas no son para
proteger la economía de EEUU, sino para
destrozar la de China. También, con el
mismo objetivo, sacrificó a Pakistán
-uno de los pilares de dominio de
Washington en Asia Oriental- para
cortejar a la India y convertirla en una
aliada militar (Obama fue el único
presidente de EEUU que viajó dos veces a
Nueva Delhi); ocupó Afganistán; ha
aumentado el ritmo de las llamadas
Operaciones de Libertad de Navegación
(FRONOP), en las que no descarta
utilizar la fuerza militar; y ha
fortalecido sus bases militares en las
proximidades de China, y privado del
petróleo de Irán. Se trata de una guerra
de desgaste multidimensional como la que
organizó contra la Unión Soviética.
Los recientes atentados son una
oportunidad para EEUU (como lo fue el
“secuestro de las niñas nigerianas”) de
ofrecer a Sri Lanka su “ayuda” para la
lucha antiterrorista, el envío de
asesores y, quizás, instalar una base
militar. Miles de “yihadistas”, tras
cumplir con su misión de demoler el
estado sirio, han sido trasladados por
la CIA al Arco de Crisis en Asia Central
y Oriental para seguir haciendo de
paramilitares y “allana-caminos” de la
OTAN en los países estratégicos.
El 18 de abril de 2019, la Séptima Flota
de la Marina de EEUU se detuvo en
Hambantota. Iba a realizar el ejercicio
de CARAT (Cooperation Afloat Readiness
and Training) junto con otros estados
aliados en el puerto de Hamantota, el
más antiguo ejercicio de la Marina de
EEUU (desde 1995) y que tiene lugar en
el sur y sureste de Asia, para exhibir
músculo ante los chinos y “garantizar la
seguridad marítima en todo el
Indo-Pacífico”. El día de los atentados
se suspendieron las maniobras.
Si la inteligencia india, que coopera
estrechamente con su homólogo
estadounidense, conocía el plan de los
atentados, ¿es posible que la NSA no los
conociera? | | somriures i somplors | 2017-05-08 (2/2) - Pujat per Antoni Vancells ( Sao Paulo ) - Comparteix
Em dic Antoni Vancells. Soc de Barcelona
i visc a Sant Cugat. Com el meu temps de
treballar per els altres ja ha passat,
ara em dedico a treballar per a mi i
omplo el meu temps escrivint contes.
Més pensats per a gent adulta que no pas
per vailets.
Un bon amic i lector meu, em va suggerir
que us els envies. La idea em va semblar
bona i aquí us adjunto l'adreça del meu
Blog per si el cuquet de la curiositat
us crida a tafanejar el que diu aquest
jubilat que tan sols pretén fer-vos
passar una bona estona. (no hi ha el més
mínim interès crematístic al darrera).
Sols compartir i abraçar quan calgui.
També m'agradaria saber de les vostres
vides, pot ser les vostres
enyorances?
Us envio una salutació plena
d'afecte.
Antoni Vancells
www.volenveuremon.com | |
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